Después de muchas millas volando, 14 horas de vuelo y un día más vivido entre las nubes sin tiempo, llegamos al sitio de destino: Nueva Zelanda. Allí nos esperaba mi hijo y su familia. Nos esperaba nuestra nieta. Una niña que me hace revivir cada día la infancia de mi hijo. Es dulce, amorosa, inteligente y sensitiva. Los días son maravillosos a su lado, compartir su rutina y sus juegos es un placer que me había estado perdiendo todos estos años.
La gente aquí es amable y hospitalaria. El Gobierno cuida de la gente y en especial de la gente de la tercera edad a quienes les brinda muchos beneficios. Todos los días pienso que mi esposo y yo estamos en el lugar correcto, en el momento preciso de nuestra vida, viviendo la vida que queremos y me siento muy agradecida al universo que lo permitió y a este país que nos acogió con todos los derechos y beneficios.
Atrás quedaron los malos momentos. Lo que hemos vivido con nuestros hijos y nieta ha sido tan hermoso que nada de lo sucedido con nuestra mudanza tiene importancia ahora.
¿Y Andy y Ana? Forman parte de un episodio nuevo y hermoso. Son nuestros vecinos que quieren ser nuestros amigos. Kiwis que nos reciben con gran simpatía, contemporáneos a nosotros, con hijos grandes y nietos y con ganas de entablar una amistad como nosotros.
Te quiero mucho. Eres un tronco de mujer. Te deseo todo lo mejor del mundo y más. Siempre en mi corazón!!!
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Gracias Trini, tu también estás siempre en mi corazón.
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